El borde de nuestras mesetas, las bardas, fueron el refugio de un pueblo que creció a su abrigo. Hoy observan como la ciudad avanza con fuerza arrolladora transformando el paisaje, ocultando de nuestra vista aquel horizonte infinito que estábamos acostumbrados a ver, ahora sus construcciones se elevan al cielo desafiando al viento patagónico.
Nuevo trabajo de la serie"Metáforas urbanas"
Testigos silenciosas del progreso, acrílico sobre tela, 70 x 50 cm